miércoles, 16 de noviembre de 2016

PERU / CUZCO

"¿La Compañía también la hicieron con las piedras de los incas? -pregunté a mi padre.
-Hijo, los españoles, ¿qué piedras hubieran labrado en el Cuzco? ¡Ahora verás!
Los muros del palacio y del templo incaicos formaban una calle angosta que desembocaba en la plaza.
_No hay ninguna puerta en esta calle _dijo mi padre_. Está igual que cuando los incas. Solo sirve para que pase la gente. ¡Acercate! Avancemos.
Parecía cortada en la roca viva. Llamamos roca viva, siempre, a la bárbara, cubierta de parásitos o de líquenes rojos. Como esa calle hay paredes que labraron los ríos, y por donde nadie más que el agua camina, tranquila o violenta.
_Se llama Loreto Kijllu _dijo mi padre.
Se da ese nombre, en quechua, a las rajaduras de las rocas. No a las de las piedras comunes, sino de las enormes, o de las interminables vetas que cruzan las cordilleras, caminando irregularmente, formando el cimiento de los nevados que ciegan con su luz a los viajeros."
"El viejo" - Los ríos profundos - José María Arguedas.









































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