Es difícil afirmar
que es primero, si es quien pinta el que
lleva adelante un proceso o es lo pintado lo que marca rumbo al que pinta. Las
dos cosas suceden, vaya a saber una en qué orden y proporción.
Lo que es claro,
mirando lo pintado en estos años, es que soy pintando y presumo
estar recorriendo un camino, que por lo consciente, no fue fijado de
antemano más que como una sutil preferencia, al punto que no podría asegurar si
es rumbo o deriva. Camino que hoy compongo
y describo por sensaciones y pensamientos
que persisten en el acto mismo de pintar.
Diría que en mi
trabajo es rumbo la deriva, la búsqueda
del extravío, de la potencia fabuladora,
del
poder de lo falso. Eso me convoca una y otra vez, insisto en el trabajo de
componer abierta a lo que pase, transitando una topografía simple, buscando
construir una intensidad, en la que
forma y contenido busquen huir. No sé si esto puede observarse en lo pintado,
es rumbo. Es el ensueño que acompaña la tarea.
Por ese camino
siento que puedo ser honesta, es decir coherente con mis posibilidades,
habilidades, determinaciones y preferencias.
Diría que voy
pintando para constatar la fuerza creadora de la vida. No es idílico, no es sin
malestar, no lleva a buen rumbo. Solo permite ese juego indiscernible de
experimentación y vida.
Texto para exposición Colectivo del Barco Taller / Rumbo y Deriva - Junio 2015
"Desborde VI" - óleo s/tela - 1.00 x 1.00 m - 2015 - Claudia Martínez |
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