miércoles, 4 de noviembre de 2020

un vestido y un amor

 

De lo que apenas queda una foto, una anécdota, un vestido.

Un vestido guardado en un cajón, 57 años después.

Mi madre dice que estaba muy feliz con la tablita y la plancha, le digo que seguramente a expensas de la coronita.

Cuando la escuché, creí recordar la seria ilusión que tenía de armar mi propia casa. Era poner un mundo en movimiento, el propio.

Siempre resultó precaria esa construcción, mucho después advertí que de eso se trataba, que lo contingente y nunca acabado era condición misma de la vida. Que vamos cambiando atavíos, buscando ese refugio y que solo muy de vez en cuando damos con algo que se le parece y que eso sucede en la medida que hemos asumido el riesgo de perderlo.

Mi hija dice que le hubiera encantado usar ese vestido, que cuando vio la foto ya tenía 6 años y supo que ya no podría.

Lo lavé y lo planché.

Desde la percha, el vestido y ciertos aspectos  de mi infancia me interpelan. La que vive en mi, el revés del mundo, me convida su pasión.

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