martes, 13 de noviembre de 2012

Giacometti III

"Giacometti confesaba a Gasquet que para evitar convertirse en un simple aficionado a la pintura, se proponía, en cambio, "ser un clásico". Pero "un clásico de verdad". Y aclaraba: "volver a ser clásico a través de la naturaleza, a través de la sensación"

abandonar los años mentales del Surrealismo, con la pretensión de volver al sentido del tacto, al modelado abriéndose camino a través del color de la ceniza.

El gris, comenzará entonces, a tomar tanto protagonismo en Alberto, como el vacío que Sartre consideraba condición inherente al artista. Giacometti, "arrastra" el vacío -decía Sartre- "como un caracol lleva su caparazón". Es, pues, con paso lento y con el peso del gris a cuestas, como Giacometti confiesa con entusiasmo a Gotthard Jedlicka su inclinación hacia un color que, al contrario de lo que creía Delacroix, no anulaba la pintura, sino que suponía el punto fatídico de su origen; el espacio contenido del que, según decía Klee, surgen los "fuegos", o la sensación, si se quiere: "¡Gris!, ¡Gris!, ¡Gris!-exclamaba Giacometti- Mi experiencia es que el color que siento, que veo, que quiero reproducir...significa la propia vida". Unas palabras que recuerdan un poco a otras de Cézanne: "¡La vida! ¡La vida!" decía Cézanne."

Clásico significa digno de imitación, del latín classicus: perteneciene a una clase, o sea, lo que debe tomarse como modelo.

Una lección más de Giacometti, arrastrar el vacío, un vacío sin sustancia y sin posibilidad de ser representado, agujereado, el de la soledad radical.

Este sujeto opaco que soy es inconcebible sin el Otro que me precede, sin sus historias, legados, sus herencias. Esta soledad, nunca plena, solo encuentra su contorno en el campo del Otro.
 Para que tenga lugar la experiencia de disconformidad con la realidad y abrirnos a lo nuevo, es necesario restablecer una relación con el pasado, "con los clásicos". La ruptura con el pasado nos reduce al silencio, nos hunde en lo indiferenciado.
 
Hay un modo singular en que cada sujeto se encuentra con las marcas que dejó el encuentro de la masa corporal y los signos que lo capturaron. Ese anudamiento singular, esa reinvención personal sostiene nuestra existencia, nuestro deseo, nuestros proyectos,
¡la vida! ¡ la vida!.

ANTONIO NAVAS MONTILLA. Anales de Historia del Arte -Alberto Giacometti a tientas - 2011, Volumen Extraordinario 365-380
SARTRE, Jean-Paul, Literatura y Arte. Situations IV, Buenos Aires, Losada, 1966 p. 271

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