Un viviente no puede nunca ser definido a través de su obra, sino sólo a través de su inoperosidad, es decir, del modo en que manteniéndose, en una obra, en relación con una potencia pura, se constituye como forma -de- vida, en donde ya no están en cuestión ni la vida mi la obra, sino la felicidad. La forma -de- vida es el punto en el que el trabajo de una obra y el trabajo sobre si coinciden perfectamente. Y el pintor, el poeta, el pensador -y, en general cualquiera que practique un 《arte》y una actividad- no son los sujetos soberanos titulares de una operación creadora y de una obra; son, más bien, vivientes anónimos que, contemplando y haciendo siempre inoperosas las obras del lenguaje, de la visión y de los cuerpos, buscan tener la experiencia de si mismos y de mantenerse en relación con una potencia, es decir, de construir su vida como forma -de-vida.
Giorgio Agamben -El fuego y el relato-
Giorgio Agamben -El fuego y el relato-
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