Dibujar un texto, uno que sosteniendo la evidencia de la imposibilidad nombre aquello que haga más vivible el mundo.
Eso quisiera.
¿Qué palabras?. ¿Cómo nombrar y en qué tono lo que hace razón o causa?.
A veces suelo encontrar coraje y escribir palabras en formas y volúmenes que son cuerpos de arcilla. Siempre en la conciencia de un no saber, de la suspensión de técnica y sentido. Amaso la posibilidad y advierto la ductilidad de tal materia, también su resistencia. Se modelan, se deforman y con ello adviene una experiencia nueva. Se ha entrado en un nuevo territorio, donde lo que se fue a buscar ya se ha perdido y lo que se ofrece es cuerpo nuevo y habla en nombre de lo que falta.
Luego, cuando las orondas se muestran a la luz, en la piel de una vasija, una advierte que hay que devolverlas al mundo. Su gracia está en el deseo que las mueve.
A veces, viajan río arriba, donde Juan L:
La tarde mira al agua,
azul,
y el agua es toda la tarde,
azul.
¿Nada más?
Y el pajonal bajo y pálido
y la arena y el prado
con el ganado lejando?
Nada más.
El agua azul, la tarde azul.
Un parpadeo azul,
un amor azul.
¿Quién danza dentro o se va?
Se va, y bajo las chispas
del tiempo azul,
una huida melancólica.
¿Y el verde infantil, el verde?
oh, es un doliente ir, por qué?
La soledad de verde y azul
anhela quien sabe qué bajo el sol.
Esta es el alma, amigo,
en dos notas tendida, y suspirando
bajo un aire de diamantes
y de vuelos altos, altos....
"La brisa profunda" JUAN L ORTIZ
No hay comentarios.:
Publicar un comentario