martes, 17 de junio de 2025

ACCEDER AL PAISAJE


Un paisaje puede ser experimentado como un lienzo, un ilusorio espacio temporal en el que demorarse, ponerse entre paréntesis. Dejarse hacer por el proceso, permitir que devenga suscitativo.

Una pequeña ficción retardatoria que deja desplegar la vida. Una demora portadora de efecto.

En ese resquicio, al que llegamos con decisión para soportar lo que emerge, por imposible de poseer (un presente), comienza a abrirse una brecha en su adecuación y experimentamos la vida huyendo de la vida, permitiendo solo en la retirada su pródiga reaparición. Lo que se retira es asimismo la dispensa.

En la pintura hay una síntesis de esto. Una temporalidad que coagula en el borde de lo pintado, pero no como instantánea sino como devenir, como no-coincidencia. Es renunciando a la coincidencia razonable y produciendo otra forma de coherencia que se ilumina el carácter efectivo de la vida, que se puede sostener esa tensión que nos mantiene abiertos.

CM

de mi lectura de Francois Jullien por el tamiz de mi experiencia

 -“Todos los años la fecundidad se retira para que florezca una nueva primavera (physis); y toda efectividad se sustrae de su efectivación, a medida que esta se fija, para seguir siendo efectiva. Y asimismo, cuando el pintor deja sus trazos inacabados, la obra se retira en su fundamento invisible para dejarlo aparecer. Y con ese simple gesto, al detener la mano, lo que saca a la luz ya no es la vida determinada y definible, coincidente, sino ese lugar donde la vida está viva, donde la vida silenciosa descoincide consigo misma para seguir siendo devenir.”

III El entre de la vida/ Filosofía del vivir – Francois Jullien

Octaedro.

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