sábado, 28 de agosto de 2010

Juanito - Columna escrita por Patricia Mercado para Campo Grupal - Septiembre 2010

Juanito Laguna / Berni
En el basural el tiempo se hace óxido, así despacio, mientras la luz se curva sobre la herida de tanto, de tantos.Y después que la oscuridad bendijo todo, vuelve a nacer el sol sobre esa herida, y algunos pájaros anidan allí, y los chicos sucios corretean sobre el hálito de la voracidad ajena.
Berni llega con su camioneta y su ayudante para juntar las sobras, juntar el resto del desquicio urbano, y volver a construir dignidad.
Acaso eso sea la belleza, la flor robusta de un propósito en la mañana.
Juntos eligen pedazos de ese mundo estallado y roto, como si fuera posible coser una poesía o un cuadro en los despojos de esta carnalidad.
Berni, un pintor latinoamericano del siglo XX, uno más que fué a Europa y vino, que fué a las vanguardias y vino, encuentra no tema sino materia en eso que queda del desaforado afán de apropiarse de todo a cualquier costo.
Sufrimiento de muchos arrojados a lo que él definió en tonos de gris, exilio de la tecnicolor abundancia.
La mugre de la desigualdad a los pies de fastuosas mesas donde la opulencia devora, sobre todo, el horror al vacio.
Berni amasa el dolor como un gesto que construye singularidad, que busca en la piel de cada hombre abrigo para el corazón del mundo.
No son ideas lo que su pintura presiente, sino las palpitaciones de una tierra doliente que nombra a cada uno por su nombre.
El retrato colectivo de Desocupados semidormidos, semidespiertos en plena década infame, alcanza la singular encarnadura de Juanito Laguna en 1961, y con él andará casi hasta el final de su vida, contando una historia que lo sobrevive, con pedacitos de chapas y de trapos.
Juanito nació en el Bajo Flores, en la Argentina. Pero seguro su nacimiento admita infinitas vecindades ahí donde el alma sangre por las dentelladas de la injusticia.
Si hasta hay quien lo ha visto Goes to the factory en Nueva York, casi dos décadas después, vestido con una gorrita que le prestó la amante de Berni.
Caminando el periplo de la pobreza, Juanito dará alma y cuerpo al desasosiego latinoamericano.
Singular su rostro infinito, el hambre de su mano vacia.
Con la otra mano sueña y saluda a los astronautas que van a la luna, cuando pasan arriba del basural.
Un pintor descomunal Berni, rascando las cáscaras del mundo, despellejando la sensorialidad del desarraigo, devolviendo el tacto de las humillaciones cotidianas.
Sopla sobre los pedazos de infinitas cosas donde se ha caído el mundo, y arma un cuerpo para que el silencio de incontables cuerpos sea alumbrado.
Berni hace posible una contemplación imposible. Desnuda los ojos en la crueldad de la desposesión.
Juanito se abre camino entre la basura y pasa a través de lo sórdido de tanta desventaja.
Infancia desarrapada nacida en los pliegues de ásperos abandonos cotidianos.
¿Dónde sentarse a esperar el nuevo dia?
Mejor arremangarnos y levantar el viento en el lomo de un barrilete naranja, justo a tiempo de fundar horizontes andariegos sobre la pútrida certeza de la soledad.

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